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La Escuela de la Oración.-

Campbell Morgan dijo en cierta ocasión: "Los hombres que oran con poder que prevalece, son solo los que lo hacen en medio de los suspiros y sollozos de la raza humana".

La semilla de la Palabra no da fruto en tierra seca.

“Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas”.
Salmo 126:6.-


Lo Que Algunos Hombres Piadosos Han Dicho Sobre la Oración.

“Los hombres pueden rechazar nuestros llamamientos, desdeñar nuestro mensaje, oponerse a nuestros argumentos, despreciar nuestras personas pero son impotentes contra nuestras oraciones”. Sidlow Baxter
 

“Preferiría enseñar a un solo hombre a orar, que a diez a predicar”. Dr. Jowett

“El verdadero empeño del diablo es evitar que los cristianos oren. El no teme, en absoluto, al estudio sin oración, al trabajo sin oración, a la religión sin oración. Se ríe de nuestras fatigas, se burla de nuestra sabiduría, pero tiembla cuando oramos”. Samuel Chadwick

“Nunca oré sinceramente por nada, pero ocurrió, alguna vez de alguna manera, en alguna forma”. Adoniram Judson

“Dios concede más valor a la oración y comunión que al trabajo. El Esposo celestial está cortejando una esposa, no alquilando un siervo. La oración hace salir a Dios de Su lugar secreto para obrar maravillas en la tierra, para dar de Sí mismo, a través del creyente, a un mundo de almas perdidas”. A. W. Roffe

“Tengo tanto que hacer (hoy) que pasaré las tres primeras horas en oración”. Martín Lutero

“Dios tiene un océano sin límites en respuesta al más débil susurro del más abatido santo, si tan solo sale de un corazón contrito y limpio, y si existe una completa dependencia en el irresistible nombre del Señor Jesucristo”.

“Un día sin oración es un día sin bendición, y una vida sin oración es una vida sin poder”.

“Una hora con Dios vale más que una vida entera con el hombre”.

“Daniel prefirió pasar una noche con los leones que perder un día de oración; Pedro halló más fácil salir de la cárcel que entrar en una reunión de oración”.

“La fe es omnipotente solo de rodillas”.

“Un sol secreto que nunca se pone, se levanta en los corazones de aquellos que se anticipan a la aurora; los que suspiran por Dios en los aposentos de oración pronto inhalarán la propia atmósfera de la Ciudad de Dios”.
 
“Muchos creen en el poder de la oración, y les gusta oír hablar de ello, pero pocos oran”.

“El evangelio se mueve a lentos y tímidos pasos cuando los santos no oran temprano”.


La Definición de la Oración.

La oración es el acto de presentar nuestra impotencia y la de otros, en el nombre del Señor Jesucristo, ante los amorosos ojos de un Padre que sabe, comprende, cuida y contesta.

La oración es el anhelo y respiración del espíritu hacia Dios. Es el asirse de la buena voluntad de Dios, antes que el vencer su aversión. Es el sintonizarse con la imponente, atronadora, dos veces milenaria reunión de oración, que se eleva hacia la gloria. 

En toda verdadera oración, Dios el Espíritu Santo clama en nosotros a Dios el Padre, en el irresistible nombre de nuestro Señor Jesucristo.

Cuando reunimos las condiciones para la oración trazadas en la Palabra de Dios, recibimos misericordia y gracia, las cuales descienden del mismo trono de gracia, sobre el cual está sentado Aquel que nos amó hasta la muerte, y aún más allá de la muerte, y Quien puede más que satisfacer los desesperados clamores y los anhelos inefables de nuestros corazones. “

“Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”.
Hebreos 4:15-16.-


La Necesidad de Orar.

El secreto de todas las caídas es la falta de oración. Con solo estudiar la vida de Saúl en el Antiguo Testamento, y la de Judas Iscariote en el Nuevo Testamento, se puede notar que esto es verdad. Ellos no oraban. Y preguntamos: ¿Oró Adán, o Eva, cuando la serpiente se les acercó en el huerto del Edén? ¿Oró Abraham antes de tomar a Agar, o antes de bajar a Egipto? ¿Oró Pablo antes de que él y Bernabé contendieran sobre la cuestión de Marcos? (Hechos 15:36-41).


La falta de oración es un desastre. Alguien ha dicho: “Dios consumía a Jacob de día por el calor, y de noche por la helada” (Génesis 31:40), pero transcurrieron veinte años antes de que él profiriera una palabra de oración. Cuando lo hizo, maravillosamente penetró en el camino de Dios tratando de contestar sus propias oraciones (Génesis 32:9-20). Fue únicamente en el vado de Jaboc (que quiere decir: el lugar del vaciamiento) que aprendió el secreto de prevalecer con Dios, ya que allí fue despojado de toda su fortaleza natural y herido, para que no pudiera hacer otra cosa sino aferrarse a Dios para toda su vida. Como alguien dijo: “Jacob luchando, solo fracasó; Jacob aferrándose, pronto prevaleció”. La gran tragedia en la vida de David ocurrió cuando andaba sin orar por el terrado de su casa y vio a Betsabé. 

El lugar que la iglesia primitiva dio a la oración, al punto de no permitir que ninguna otra cosa la desplazara del sitial que le correspondía, se destaca en las expresiones: “No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas… nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra” (Hechos 6:2-4).

A dos prominentes ministros del evangelio se les preguntó: “Si Cristo viniera de inmediato, ¿Cuál sería la cosa que usted más lamentaría?” Ambos respondieron: “No haber pasado más tiempo en oración”. Todos tratamos de orar, pero pocos lo hacen. 


Una pobre alma entró en la escuela de la oración después de su llegada al infierno (Hades en griego). Pidió alivio para su agonía, pero le fue negado. Pidió que un mendigo advirtiese a sus hermanos, pero tampoco le fue concedido. Estaba orando a Abraham, un hombre, porque no podía, o no sabía cómo, ubicar a Dios. No se atrevió a rogar que lo sacasen de aquel lugar, porque sabía perfectamente que no había esperanza para él. Falto de oración en la tierra, privado de respuesta en el infierno, sufre como el hombre que trató de aprender a orar demasiado tarde.

“Por esto orará a ti todo santo en el tiempo en que puedas ser hallado; ciertamente en la inundación de muchas aguas no llegarán éstas a él”.
Salmo 32:6.-

Por Cameron V. Thompson.-

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