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Mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios.
Juan 1:36.
Cuando Juan anunció la primera vez que Cristo era el Cordero de Dios, agregó: “Que quita el pecado del mundo”, subrayando de esta manera su obra redentora.
Sin embargo, cuando lo hizo la segunda vez, dijo sencillamente: ―”He aquí el Cordero de Dios”. El énfasis no está tanto sobre la obra sino sobre la persona.
El aprecio verdadero a una persona existe por lo que la persona es. Llegamos a amarle por lo que es, más que por lo que ha hecho. Así debe ser también nuestro aprecio por el Señor.
Damos gracias al Señor por sus dones, pero lo alabamos por su persona.
“Cristo en la cruz produce en nosotros asombrada gratitud; Cristo en el trono atrae nuestra alabanza. Contemplamos lo que ha hecho y quedamos profundamente agradecidos; le contemplamos a Él y le adoramos”.

Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Filipenses 4:13.

Hay ciertas cosas que están ordenadas de tal manera que no tengamos que depender de Dios. Sin embargo, el veredicto divino sobre toda la obra que se hace de esa forma es: ―Separados de mí, nada podéis hacer!.

La obra divina sólo puede hacerse con poder divino, y el poder sólo se ha de encontrar en el Señor Jesucristo.

Cuando llegamos al punto a que llegó el profeta, que dijo: No puedo hablar!”, descubrimos que Dios es quien está hablando.

Dios nunca nos pide que hagamos algo que podemos hacer. Nos pide que vivamos una vida que jamás podremos vivir, y que hagamos una obra que jamás podremos hacer. Sin embargo, por su gracia, lo estamos viviendo y haciendo.

La vida que vivimos es la vida de Cristo, vivida en el poder de Dios, y el trabajo que hacemos es la obra de Cristo realizada en nosotros por su Espíritu, a quien obedecemos.

"Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención".-
1 Corintios 1:30.

1.-   Dios nos ha dado a Cristo. No hay nada que necesitemos recibir aparte de Él.

2.-  El Espíritu Santo ha sido enviado para producir lo que es de Cristo en nosotros; no para producir algo que está aparte o fuera de Él.

Cristo Jesús nos ha sido hecho... Esta es una de las más grandes declaraciones de las Escrituras. Si creemos esto podemos incluir cualquier cosa que necesitamos en ello y saber que Dios lo ha hecho valido, porque por medio del Espíritu Santo, el mismo Señor Jesucristo es hecho para nosotros, todo lo que nos falta.

Hemos estado acostumbrados a considerar la santidad como una virtud, a la humildad como gracia, al amor como un don, todos ellos buscados de Dios. Pero el Cristo de Dios es en sí mismo todo lo que podamos necesitar. Procuremos cada día apropiarnos de su plenitud.

Separados de mi nada podéis hacer.
Juan 15:5.

La tentación de intentar hacer algo es parte misma de la naturaleza humana.

Un siervo de Dios en la China veía constantemente en las salinas de ese país un episodio interesante. En la China, algunos culíes pueden llevar una carga de sal de 120 kilos. A menudo venían hombres capaces de llevar una carga de 120 kilos y se encontraban con una carga de 250 kilos. Sabían perfectamente que era demasiado pesada para ellos, pero a pesar de saberlo procuraban levantarla. Diez o veinte de estos hombres se acercaban a la carga y probaban aun sabiendo cada uno de ellos que no eran capaces de hacerlo. Finalmente debían dar lugar al hombre que tenía la capacidad de hacerlo.

¡Cuántas veces tenemos que llegar al punto de la desesperación antes de abandonar nuestras propias fuerzas y darle al Señor la oportunidad de hacer aquello que Él está tan dispuesto y es capaz de hacer! Cuanto antes lo hacemos, mejor.

Cuando nosotros monopolizamos las situaciones, dejamos poco lugar para la actuación poderosa del Espíritu.