No dejando de reunirnos, como algunos tienen por
costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se
acerca.
Hebreos 10:25.-
Cristo es Cabeza de la Iglesia,
nosotros somos un cuerpo en Cristo y todos miembros los unos de los otros.
Por tanto, todas las relaciones cristianas son de un miembro a otro, nunca de
una cabeza a sus miembros.
Un predicador está dando un gran sermón y todos los creyentes asienten agregando
su ferviente amén, ¡qué
profundamente espiritual aparenta ser la congregación! No obstante, cuando los miembros se reúnen entre sí se
nota su verdadero estado espiritual.
El principio del púlpito y el
asiento, tan vital a la proclamación del
evangelio, tiende a promover una actitud pasiva en la vida cristiana. Es por medio de la mutua exhortación, que la Iglesia vive y crece.
¿Tiene
nuestra comunión el verdadero sello de unos
a otros?