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Por el Apóstol Rony Cháves.

Algunos están argumentando que ellos tienen un “padre en su ministerio” por lo tanto, esto es suficiente. Suena bien, pero es falso. La Biblia es de donde debemos sacar los principios de conducta.

Mateo 3:13-15 nos narra el bautismo de Jesús:

“Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él. Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó”.

Es en este pasaje donde encontramos verdades profundas para el Ministerio. Nadie duda que Jesús era mayor que Juan; Su Ministerio era único e incomparable. El mismo Juan lo reconoce y se opone a bautizar a Jesús.

La lección es importantísima, Jesús tiene un “padre en Su Ministerio”, este es Su Padre Celestial, pero para cumplir las determinaciones y órdenes de Su Padre, debe someterse a un ministerio como el de Juan.

Jesús necesitó la cobertura de Juan para ser desatado a un ministerio de alto nivel. El nunca despreció la autoridad del Bautista ni se opuso al orden de autoridad establecido por su Padre.

Paternidad nos brinda:

 1.-     Identidad,
2.-     Alta autoestima,
3.-     Seguridad personal,
4.-     Seguridad ministerial,
 5.-     Dirección,
6.-     Entrenamiento
 7.-     Cobertura.

Esta cobertura muchas veces significa la orden de someternos a otro ministro y su autoridad antes de ser promovidos ministerialmente.

No podemos negar que muchas veces como apóstoles somos “el padre” de algún ministro pero no necesariamente somos su cobertura ministerial si él no se somete a los principios de respeto a la autoridad establecida por Dios.

Hoy tenemos en la Iglesia muchos líderes y ministros que no tienen “padre en su ministerio” aunque tienen una “cobertura ministerial” y muchos “hijos pródigos” que tienen un “padre” en su ministerio pero al no respetar el orden de la Casa del Padre, caminan sin cobertura espiritual para su ministerio y lo que hacen. Esto se convierte en un gran peligro, pues la Ley de la Impartición funciona tanto para impartir bendiciones y dones como insujeción, independencia y rebelión.

Lo más crítico de este asunto es que pastores y apóstoles siguen cayendo en el error de seguir apoyando estos ministerios independientemente de la autoridad de Dios. Lamentablemente, el efecto de sus ministraciones no se ve al día siguiente, pero a los meses la obra destructiva es terrible.


¡Apóstoles y pastores, llegó la hora de poner orden en la Casa del Señor!

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