“Bienaventurado
es aquel que no halle tropiezo en mí”.
Lucas 7:23.-
Juan el Bautista no
estaba conforme. El esperaba un avivamiento tal como el primer Elías
había visto. Sin embargo, el segundo Elías se encontraba en la cárcel
y la muerte le era inminente.
Si Juan el Bautista por sí mismo no podía lograr nada,
seguramente, en su opinión, Jesús debería vindicar de alguna manera el ministerio de este
segundo Elías.
¿Nos sentimos ofendidos cuando Dios no hace lo que pensamos
debería hacer? ¿Hemos
procurado conocer Su Voluntad y sólo anhelar Su Gloria? ¿Sentimos que muchos de
sus caminos nos hacen sentir frustrados? ¿Hemos llegado a un punto muerto, y no
encontramos salida? ¿Estábamos enfermos, esperábamos que El nos sanara, y no lo
hizo? ¿Tenemos necesidad de dinero y no nos llega? O quizás peor aún, ¿existe
un problema en el cual el propio honor de Dios está en juego?
¿Pensamos que Dios debe actuar por causa de Su Nombre y, sin
embargo, Él no actúa?
Vemos que la situación sigue sin cambios: la puerta de la cárcel no se abre,
los corazones no se derriten, nadie clama ¿qué debo hacer para ser salvo?
Llegará un día en que todo se explicará.
Cuando estemos delante
del tribunal no sólo seremos juzgados. Dios también nos explicará muchas cosas.
En muchas de ellas demostrará que nosotros estábamos equivocados, pero habrá
otras de las cuales dirá: ―Yo tenía razón, pero tú también.
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